Resúmenes

Maquiavelo intemporal. 

En los 500 años de El Príncipe

Resúmenes recibidos

Conferencias
(Sala Maggiolo)



Acerca de la pregunta que se hace Maquiavelo "Si del mal es lícito decir el bien"

Dip. Dr. Felipe Michelini

La lectura de la obra El Príncipe de Maquiavelo, a cinco siglos de su publicación, presenta una interesante oportunidad para reflexionar sobre la política. Es desde esta perspectiva que asumí el desafío de participar en la convocatoria a la que se me ha invitado. Toda obra literaria por naturaleza añeja brinda al lector la ocasión de analizarla en general, sin elementos coyunturales perturbadores, y por ende lograr una perspectiva más profunda. Abordarla hoy, nos permite tomar distancia del complejo mundo globalizado del siglo XXI que vivimos y de las peculiaridades de nuestra “aldea”, el Uruguay, una pequeña comarca de grandes contrastes y fuertes pasiones. 
 
La obra de Maquiavelo es política y, al mismo tiempo, es acerca de la política. Más concretamente invita a explorar una tríada de constantes en la acción política como son la relación entre fines y medios, la voluntad del ejercicio del poder y sus límites, la acción de consolidar los cambios en relación al statu quo
 
La academia en el variopinto conjunto de las disciplinas que tienen a la política como objeto de estudio y, sin perjuicio de su propia “política”, tanto en el ambiente institucional en el que trabajan como fuera de él, los asumen como obvios. La lógica profesional se focaliza a veces en aspectos puntuales, dando por descontado los problemas de naturaleza política. No reparan que, los que hacemos política, nos enfrentamos, consciente o inconscientemente, en forma cotidiana a esa tríada de sopesar fines y medios, el poder y sus límites y el cambio versus el statu quo
 
Asimismo, el individuo, como ciudadano u organizado en un grupo social que hoy definimos como sociedad civil, en los temas más diversos, también se encuentra con estas oposiciones ineludibles. Pues, sea en el marco de acción política partidaria o en la acción o promoción social, estas presentes las antinomias que fueran descritas y analizadas hace 500 años por el ilustre florentino. Hoy nos ubican, en la actualidad, ante opciones que siempre conllevan aspectos éticos que son parte del problema, pero deberían ser también parte de la solución.

La lógica que impone el vértigo en el uso de las nuevas tecnologías de la comunicación y de la información y, especialmente, en su aspectos más banales y consumistas, nos hacen perder la profundidad de la reflexión y el análisis. Los temas que nos provoca la lectura de El príncipe ameritan una mirada detenida y detallada. Enhorabuena la pausa reflexiva y el análisis. 
 
Mi lectura de la obra va dirigida a considerar si la política se entiende tan sólo como un ejercicio de formas de obtención y consolidación de poder, por el poder en sí, es decir como una disciplina técnica o arte desprendida de todo contenido sustantivo. Es cierto que podrá así ser efectiva, pero eso lleva necesariamente a la pérdida de cualquier sentido y por ende es insostenible en el tiempo. Los ejemplos de la antigüedad con que Maquiavelo nos ilustra son una buena alerta para aquellos que piensan que se justifica una política de esa naturaleza. 
 
Existe otra posibilidad, para aquellos que asumen la política como algo más, y pueden encontrar en el texto del florentino ejemplos explícitos que, hace ya 500 años, distinguían una cosa de otra. La pregunta que se hace Maquiavelo respecto a “Si del mal es lícito decir el bien”, lleva a la búsqueda de una política que tenga como propósito el bien común. Una acción política que sopese los medios más adecuados, que ubique el poder de la voluntad en un marco de límites no traspasables, asumiendo en su absoluta complejidad la consolidación del cambio. En fin, en darle a la política un sentido transformador de la realidad y que dignifique la acción colectiva. 
 
Acción colectiva que debe incorporar una visión también dignificante del ser humano, sobre la base del disfrute de derechos y del cumplimiento de sus obligaciones con la comunidad, de modo que nunca se permita que una persona sea un medio para otro fin. Es decir, que cada individuo sea siempre sujeto de su destino y no tan sólo un objeto.

La virtud del Príncipe y la virtud de la República: la cuestión de los límites al poder

Francisco Faig
Universidad ORT

La relación entre moral y política es uno de los tópicos clásicos que se analizan a partir de El Príncipe de Maquiavelo. En efecto, con el objetivo de alcanzar el poder y de mantenerlo, los consejos al Príncipe pasan por el ejercicio de ciertas virtudes que dejan de lado valoraciones morales más corrientes. En este sentido, imbuido de una visión profundamente pesimista de la naturaleza humana, Maquiavelo reflexiona desde la autonomía de lo político sobre el poder.

Lo propio del pensamiento republicano revisitado en el quattrocento renacentista italiano es plantearse las virtudes del ciudadano. En vez de guardar la visión pesimista agustiniana de la naturaleza del hombre, la corriente republicana apuesta a la posibilidad de la excelencia humana en el devenir de la polis.

En un primer momento de reflexión, nos detendremos en la presentación de estas dos concepciones distintas y en las marcadas diferencias que hay entre los gobiernos de las virtudes del Príncipe por un lado y de las virtudes republicanas por el otro. Importa en efecto detenerse en estas concepciones diferentes que tendrán luego principales referentes teóricos y políticos de un lado y del otro que también conviene presentar.

En un segundo tiempo, analizaremos la dimensión clave que acompaña a la Modernidad en torno a los límites al poder dentro de la tradición de pensamiento republicano. Aquí importará entender el aporte de Maquiavelo desde la lógica sí de la autonomía de lo político, pero con la perspectiva del triunfo del individuo, que limita el poder político desde cierta institucionalidad propia de la polis.

Finalmente, todo este análisis teórico merece alguna traducción concreta en lo político del país. Se distinguen hoy, en efecto, ciertas lógicas de acción en las que se entrevé la confianza en la virtud del Príncipe antes que en la virtud republicana, con los riesgos que eso conlleva para la Libertad y las garantías individuales por un lado (en particular, por ejemplo, acerca de algunas definiciones en “la ley de medios”), y para el sentido de Igualdad ciudadana que se manifiesta en el respeto de las decisiones populares (en particular, en la anulación parlamentaria de una ley refrendada por el conjunto de los ciudadanos). Se aprecia también, como consecuencia de esta filiación con las virtudes del Príncipe, un debilitamiento de la concepción pluralista de lo político, ya que se instala el convencimiento de la superioridad moral de algunos actores sobre otros, justamente porque, convencidos de la legitimidad del realismo de la visión de El Príncipe, desestiman, desde el origen, la visión política del Otro que, liberal, se muestra apegada a la deliberación colectiva en igualdad ciudadana y con criterio republicano.

500 años de El Príncipe de Maquiavelo. Ética y política. Una dosis de frialdad para vencer en el caos
Prof. Agustín Courtoisie

La herencia de Maquiavelo parece múltiple: adular y faltar a la palabra dada, recurrir sin temor a las armas, conquistar y consolidar el poder sin importar los medios, serían algunos de sus consejos. Y separar la moral de la política, o apartar las reflexiones valorativas de las ciencias sociales serían prácticas que también, al menos en parte, estarían inspiradas en El príncipe (1513). Por ello corresponde desglosar equívocos y evaluar si la regla ética del menor mal, o ciertas dosis de frialdad para pensar en el desorden y administrarlo, no poseen algún grado de legitimidad. Pero hay algo aún más relevante: indagar en qué sentido son letales las sobredosis de maquiavelismo incluso para los príncipes, si hasta ellos no pueden abandonar por completo los principios, por motivos que el propio Maquiavelo explica.


La recepción de Maquiavelo en la ciencia política.
Especial referencia al caso uruguayo

Dr. José M. Busquets
Coordinador Académico del Área Socio-Jurídica
Dr. Oscar Sarlo
Director del Instituto de Filosofía y Teoría General del Derecho

Esta presentación indagará sobre la recepción de Maquiavelo, uno de los padres de la Ciencia Política moderna, en la disciplina en general y en la Ciencia Política de la Facultad de Derecho.En primer lugar, mostraremos como varios autores asociados a distintos enfoques de la disciplina han considerado el pensamiento de Maquiavelo.Luego, analizaremos algunos de los programas de la ciencia política en la Facultad de Derecho.Finalmente, reflexionaremos sobre la influencia e importancia de Maquiavelo en la Ciencia Política y en la Ciencia Política en la Facultad de Derecho en especial.



Mesas
(Anexo de la Facultad de Derecho)

1 - La concepción de la Guerra en el pensamiento de Nicolás Maquiavelo y Francisco de Vitoria

Froilán J. Ramos Rodríguez
Universidad Simón Bolívar (Venezuela) – Universidad de los Andes (Chile)

El presente estudio se propone analizar la concepción de la Guerra en el pensamiento de Nicolás Maquiavelo (1469-1527) y Francisco de Vitoria (1486-1546). El florentino Maquiavelo y el español Vitoria fueron contemporáneos, sus obras refieren concepciones jurídicas y políticas originales, antagónicas entre ambos en algunos aspectos, sus pensamientos influyeron sobre la cuestión de practicar la Guerra en la Europa de inicios del siglo XVI. En este sentido, Maquiavelo, hombre abocado al servicio diplomático, en El Príncipe (1513) y en Del Arte de la Guerra (1519-1520), conminó al Príncipe y al Estado a estar preparados para la guerra, como un deber del soberano, comprendido dentro del contexto de los varios Estados coexistente en la península itálica de su época. Por su parte, Vitoria, fraile dominico consagrado a la docencia, postuló en su Relección sobre el derecho a la Guerra (1539), una serie de consideraciones en torno a la Guerra, cuando practicarla, cuando es ésta una guerra justa, entendiendo sus planteamientos dentro del proceso de contacto entre América y España. En suma, las ideas de Maquiavelo y de Vitoria sobre la guerra, han tenido notable influencia en el derecho internacional sobre la materia, en las concepciones asumidas por los Estados nacionales modernos, y en los constantes cuestionamientos que cada conflicto genera en las sociedades humanas en el tiempo.

2 - Un leve maquiavelismo: El príncipe y La vida de Castruccio Castracani como fuentes de El político Don Fernando el Católico

Miguel Saralegui Benito
Universidad de Barcelona

Muy frecuentemente –José Antonio Maravall es el estudioso que más ha insistido en ello– la obra política de Baltasar Gracián ha sido leída como prototipo del maquiavelismo de los antimaquiavélicos. Desde parámetros muy abstractos y politológicos, se ha considerado que ciertas ideas de Maquiavelo o –más genéricamente aún- del realismo político darían forma al pensamiento de Gracián. En esta comunicación mostraré los pasajes de El político Fernando en los que la deuda textual con El príncipe y los Discursos resulta casi innegable, examen minucioso que muchas veces ha sido desatendido por lecturas demasiado filosofizantes. Pero, más que las grandes obras políticas de Maquiavelo, encontramos en la estilizada presentación del Católico el recuerdo de la biografía de Castruccio Castracani. Esta fuente no había sido apuntada hasta ahora por la crítica, lo que quizá se debía al desconocimiento de la difusión que este escrito obtuvo en la España del XVI y del XVII gracias a la traducción-transformación llevada a cabo por Pero Mexía en la Silva de varia lección

3 - El papel de la multitud en la política y en la sociedad. De Maquiavelo a Hardt y Negri

Genoveva Sives
Instituto de Historia de las Ideas, Facultad de Derecho

En el marco de estas jornadas conmemorativas de los quinientos años de la primera edición de El Príncipe, la relectura de Maquiavelo nos presenta conceptos y juicios cuya vigencia no se discute. Entre todos ellos escogimos uno que aparece hoy con sorprendente actualidad: el de multitud. Envuelto en el ropaje de un nuevo discurso, de otro lenguaje, encontramos en la filosofía política actual el término empleado por Maquiavelo para designar indistintamente “la plebe”, “el pueblo” que, en el decir del autor, se enfrenta a “los grandes”. Maquiavelo, historiador, considerado por muchos el creador de la ciencia política, consideraba que en la práctica se refleja siempre la tensión entre dos espíritus contrapuestos: el de los grandes y el del pueblo, y que todas las leyes que se hacen en pro de la libertad, nacen de la confrontación entre ellos.

Observa los propósitos de ambos protagonistas y ve en los nobles un gran deseo de dominar, mientras que el pueblo sólo desea no ser dominado, manifiesta su voluntad de ser libre. Se pregunta ¿dónde se resguardará más seguramente la libertad, en el pueblo o entre los grandes? Y se responde: en la plebe. La multitud es más sabia y más constante que el príncipe.

Desde esta posición no le teme a los tumultos que la multitud pueda producir, ya que por el contrario, desembocan en mejoras para la república. Sin embargo esta multitud, acéfala, no puede plantearse con claridad sus objetivos ni la mejor forma de perseguirlos. Requiere del líder, del formador. Así el líder constituye a la multitud.

Quinientos años después, encontramos a Hardt y Negri, notorios teóricos políticos contemporáneos, poniendo en primer plano de su filosofía política a la multitud y su papel revolucionario frente al Imperio. Ambas categorías se inscriben en un discurso por cierto muy diferente al empleado por Maquiavelo en el S. XVI. El discurso actual nos habla de la construcción de subjetividades, de la creación de singularidades capaces de enfrentarse a esa nueva forma de soberanía desterritorializada que es el Imperio.

Ahora bien, muchas preguntas se nos plantean: ¿tiene la multitud, tal como la concibe Maquiavelo un papel verdaderamente revolucionario?, ¿es sólo depositaria de la libertad o es capaz de crearla? Y ese sujeto político que hoy llamamos multitud ¿podrá, como decía este mismo autor, “devenir príncipe”?, ¿será capaz de crear la estructura política y material que enfrente al Imperio? Comprendemos la dificultad que supone responder preguntas como éstas, pero tal vez en tanto protagonistas del presente no podamos dejar de asomarnos en busca de algunas respuestas. Sin ignorar que, en el camino, deberemos tratar de dilucidar nuevas categorías, entre ellas en primer lugar la de Imperio.Es desde este enfoque que pretendemos desarrollar nuestro trabajo.

4 - Maquiavelo, Erasmo y Moro: tres visiones del gobernante

Bárbara Díaz
Universidad de los Andes, Santiago de Chile

Dentro de las obras renacentistas dedicadas al quehacer político, sin duda El Príncipe constituye un hito, especialmente por la influencia que tuvo a través del tiempo. No obstante, de esa misma época datan otros escritos no menos importantes, entre ellos Utopía, de Tomás Moro, e Institutioprincipischristiani, de Erasmo, ambas publicadas en 1516. 
 
El objetivo de la ponencia que presentaré es realizar un estudio comparativo de las tres obras, en los puntos referidos al quehacer del gobernante y a sus responsabilidades en la res publica
 
La comparación parece adecuada por varias razones: los tres autores son calificados de “humanistas” y contemporáneos. Escriben, pues, teniendo a la vista una misma situación europea, aunque, por cierto, las realidades locales de Italia, los Países Bajos e Inglaterra diferían. La guerra permanente entre estados nacientes, príncipes o gobernantes de ciudades era la circunstancia política más relevante de la Europa de los siglos XV y XVI, junto a la amenaza del turco en las fronteras de la Cristiandad. El tema de la guerra y la paz había sido abordado frecuentemente en las décadas anteriores, y era una preocupación central en los círculos humanistas. Al mismo tiempo, la formación y consolidación de algunos estados europeos–el origen mismo de la forma política estatal– datan de esta época, lo mismo que la noción de soberanía, que tomará forma hacia el final del siglo, con Bodino.

La obra de Maquiavelo parte de una antropología pesimista, según la cual el egoísmo es característica esencial del ser humano: ese será el punto de partida para un eficaz gobierno del príncipe. Su política es autorreferencial, es decir, no existe ninguna instancia pre-política a la que se deba acudir a la hora de actuar: así se configura una peculiar concepción de virtud o, por mejor decir, virtù, en especial de la prudencia, la virtud por excelencia del gobernante. 
 
En la obra de Erasmo, dedicada al futuro Carlos V, se pone de manifiesto la importancia de la virtud moral en el gobernante, siguiendo, en parte, a Platón ya que para Erasmo el verdadero gobernante ha de ser filósofo cristiano, en el sentido de que ha de descubrir y seguir los verdaderos bienes. 
 
En Tomás Moro también puede apreciarse un retorno a las fuentes clásicas, no solo a Platón sino también a Cicerón. En su Utopía hace una defensa de la actuación política en pro del bien común, frente al deseo de su interlocutor Rafael Hytlodeo de retirarse de la vida activa. Se ve en esta obra su preocupación por las injusticias de su época, y su deseo de mejorar las condiciones de vida de su pueblo apoyándose en el imperio de la ley.
Este estudio permitirá apreciar coincidencias y diferencias entre autores contemporáneos, que se han nutrido de las mismas fuentes clásicas greco-romanas.

5 - Incitación a la lectura de El príncipe de Maquiavelo y reflexión sobre su actual pertinencia o imitación
Arturo Rodríguez Peixoto
Instituto de Historia de las Ideas, Facultad de Derecho

Se procurará atraer a la lectura de la obra, a medio milenio de su redacción, tomando en cuenta algunas de sus repercusiones y la insuperable divergencia de las interpretaciones. Además de situarla en su circunstancia, se contrastarán sus planteos con algunas observaciones recientes que refieren a la política, tal como hoy se la concibe o promueve, y se reflexionará sobre la problemática pertinencia de su tratado y la eventual conveniencia de imitar al autor en sus intenciones y labor, no libre de paradojas. A riesgo de contribuir a confirmar, una vez más, la observación de que la fama es el conjunto de malas interpretaciones que el tiempo forma alrededor de un autor o libro se aspira a considerarlo desde nuestra situación, teniendo en cuenta experiencias posteriores al siglo en el que se escribió y la equívoca, pero ineludible y desafiante, relación entre continuidad y cambio. 
 
6 - Los nudos del poder
 
Lía Berisso
Depto. de Filosofía de la Práctica, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación

El Príncipede Maquiavelo podría ser estudiado como una ejemplificación histórica del 'mito' soreliano...”. Gramsci, Notas sobre Maquiavelo

El poder se define como una relación por lo menos triádica, entre términos A, 'quien detenta el poder', B 'quien lo sufre', y un tercer término C, que delimita ese poder, el cual nunca es total. Esto refleja la idea intuitiva de que A tiene poder sobre B tanto cuanto "puede" conseguir que B haga algo (C) que de otra manera no haría.

Toda forma de poder -toda dominación- implica una distorsión del espacio social en que se opera, porque el poder mismo es constitutivo del espacio social, pero esa distorsión no tiene las características topológicas generalmente aceptadas en ciencias exactas y naturales para definir un campo. La afirmación de un poder potencial (la potencialidad de que A ejerza poder sobre B, para que haga (no haga C) se apoya en un juicio contrafáctico, así que su valor de verdad es más que limitado. Llegada la hora de poner en acto esa supuesta potencia, y sólo entonces se podrá juzgar de su verdad. En ese sentido el poder es siempre supuesto poder, que está antes y después de la lucha, como el espectro de lo que puede pasarme-pasarnos, la cara de la Medusa, rostro del miedo. 
 
Después de la confrontación, el temor de nuevo de que eso que (me/nos) pasó pueda volver a pasar (me/nos), se repite. Las élites tienen una suerte de poder potencial –todos creen que ellas lo tienen. Las multitudes, en cambio sólo tienen poder en acto -pocos les temen-, pero cuando se constituyen por la voluntad general, y alzan una bandera, tal vez sangrienta, todos tiemblan. 
 
Sólo en el conflicto –en la crisis- la clase dirigente que se pretende hegemónica aparece (se muestra) como tal. En ese sentido, hablamos de la 'acción coronada por el éxito' que hace patente el poder. 
 
Una nueva hegemonía sólo será real, cuando alcance el nivel material. La acumulación de poder no es una metáfora: Todo poder popular ha de plantearse, en principio, como un lento trabajo de la negación.

En la débil lámina del presente, esa ‘nada’ del instante que es-ahora, los intereses se identifican con las preferencias manifiestas, que se revelan en acciones políticas eficaces. A tiene poder sobre B si es capaz de movilizar las preferencias (manifiestas) de B en el sentido de sus propias preferencias. 
 
El miedo se asienta en la corporeidad de B. El problema del poder para el dominado, se resume en el problema de ser dueño de sí mismo. Hablamos del poder de A para hacer que B haga C porque teme las consecuencias D de no hacer C.

La cuestión, en las formulaciones desde la tipificación del homo economicus, parece radicar en si existe la posibilidad de reemplazar la comunicación a través del poder -el poder como comunicación y los códigos comunicacionales del poder-, con la comunicación acerca del poder. 
 
Nuestro trabajo se cierra con una reflexión sobre “mito y poder”.

7 – Soberanía y razón de Estado

María Victoria Graña Laguzzi
Licenciatura en Relaciones Internacionales, Facultad de Derecho

El Príncipe, una obra que despierta tanto rechazo como una gran admiración. A tantos años de su escritura es imposible no decir que los consejos dados por Maquiavelo en su libro no siguen vigentes.

Nada pues ha cambiado en estos quinientos años que justamente se cumplen ahora, ya que Maquiavelo escribió El Príncipe en el año mil quinientos trece en la hermosa ciudad de Florencia que le vio nacer y morir. Mientras escribía esta obra, tres monarquías absolutas se consolidaban en Europa; Inglaterra, Francia y España, lo cual debió ilustrarle poderosamente a la hora de llevar a cabo su ideario político que hoy sigue vigente pese al paso del tiempo, matizado, claro está, por esos quinientos años que han ido depositándose en capas históricas, con numerosos vaivenes sociales, políticos y económicos, de tal forma que la última de ellas, la más superficial, sobre la que ahora estamos, continúa de alguna manera en contacto con la primera, con la más antigua, reconociéndose y recogiendo sus ecos, todo ello a la vista de los modos y maneras de lapolítica actual, convenientemente civilizados y adaptados a los tiempos modernos.

8 - De la “razón de Estado” a la utopía: aproximaciones a El Príncipe de Maquiavelo desde los estudios internacionales

Isabel Clemente
Programa de Estudios Internacionales, Facultad de Ciencias Sociales

Pocas obras han ejercido tanta influencia en los estudios sobre la política y las relaciones internacionales como El Príncipe de Maquiavelo. Escrito cuando su autor había sido ya despojado de sus cargos de gobierno y cuando contaba con la experiencia ganada en la práctica política y la libertad respecto de sus antiguos vínculos con el poder, este pequeño libro se convirtió en referencia principal de autores de las más diversas escuelas de pensamiento.

El Príncipe debe ser analizado dentro del marco analítico de la historia intelectual y en relación con los restantes textos del autor sobre la política italiana y las relaciones internacionales de su tiempo, en particular El arte de la guerra, escrito entre 1519 y 1520, el Discurso de la primera Década de Tito Livio y los ocho volúmenes de Historias Florentinas escritos entre 1520 y 1525. Desde esta perspectiva, el libro constituye una parte de un proceso de investigación y reflexión que Maquiavelo desarrolló a lo largo de su vida y que contribuyó decisivamente a la génesis de la ciencia social moderna.

Esta ponencia presentará en forma sumaria las principales direcciones de ese proceso intelectual para identificar las complejidades a que se enfrenta la interpretación de El Príncipe en particular en la disciplina de los estudios internacionales.

En una segunda sección, la ponencia analizará las lecturas diversas que se construyeron sobre este libro desde los albores de la modernidad hasta el siglo XX: desde la identificación de esta obra como fundamento de la raison d’Ètat por los teóricos defensores del Estado absoluto hasta su reivindicación como obra canónica del nacionalismo por los escritores románticos del siglo XIX y los historiadores del Risorgimento. En el campo de los estudios internacionales, los teóricos del realismo, desde Martín Wight a Kenneth Waltz, encontraron en la obra de Maquiavelo argumentos en apoyo de las tesis de política de poder. 
 
La tercera parte se concentra en la lectura gramsciana de El Príncipe expuesta en la obra Notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el Estado moderno. Este análisis tendrá como punto de partida el concepto de hegemonía como “dirección política, económica y cultural” en Gramsci. Sobre esta base se presentará la tesis de Gramsci sobre el príncipe moderno como representante de la voluntad colectiva y la elaboración de una ciencia de la política, sobre el carácter de las relaciones de fuerza en las relaciones internacionales y sobre la lucha política y la lucha militar. La ponencia discutirá la interpretación de El Príncipe por Gramsci desde el abordaje del internacionalismo y la política nacional y su lectura de la obra de Maquiavelo como aporte a la filosofía de la praxis.

La cuarta y última parte del trabajo propone un balance de las diversas lecturas de El Príncipe y la actualidad de esta obra en los estudios internacionales.

9 -  El giro realista en la filosofía de Maquiavelo

Luciana Soria Rico
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación y CERP de Colonia.

Eje temático: El realismo, el arte de lo posible y la utopía:

El objetivo de la ponencia será: 1) dar cuenta del giro teórico realista que produce El Príncipe de Nicolás Maquiavelo en el análisis de los fenómenos políticos, 2) analizar los supuestos teóricos que el realismo político presenta en esta obra, 3) señalar y analizar algunas de las posibles limitaciones de este modelo.

En El Príncipe Maquiavelo analiza los fenómenos políticos en el contexto de los Principados Nuevos, donde diversos agentes están en pugna por el dominio del poder. Con el objetivo de contribuir a un ejercicio eficaz de la autoridad del Príncipe en los contextos de incertidumbre y conflicto, Maquiavelo brinda una serie de consejos prácticos desarraigados de valoraciones éticas o criterios normativos. Distantes de un “deber ser” que determine un tipo particular de acción política, los consejos del autor orientan la acción de los gobernantes hacia la conservación de su poder y la estabilidad política del gobierno.

En esta línea, Maquiavelo introduce el paradigma realista en la filosofía y la ciencia política, estas disciplinas tenderán a abandonar su proyección de carácter normativo en pos de un análisis de los hechos y una orientación práctica hacia la conquista de lo posible. La concepción realista de la política, toma distancia de las tradiciones clásicas y escolásticas, incorporando los incipientes procesos de secularización de algunas instituciones políticas. A ello se le suma un nuevo método de análisis científico fundado en los aportes de la historia y de ciertas observaciones de la psicología humana. Apoyada en un criterio fáctico, la mirada realista conduce a una “reivindicación” del mundo sensible o fenoménico y no de un mundo inteligible o ideal como fuente de saber y legitimidad política.

Si bien el paradigma realista significó un avance relevante en el proceso de descripción y explicación de los fenómenos políticos, algunos teóricos reparan en las deficiencias de este enfoque: ¿es posible un saber de lo político carente de normatividad?, ¿cuáles son los costos de reducir la política al reino de lo posible? En esta línea, el objetivo final del trabajo será explicitar algunas de las limitaciones del enfoque realista, tales como la negación de la dimensión crítico-normativa de la política y el riesgo de legitimar el orden social dado.

10 - Un ensayo sobre la vigencia de El Príncipe de Maquiavelo a 500 años de su publicación

Carolina García Durán & Rodrigo Melgar 
Licenciatura en Relaciones Internacionales, Facultad de Derecho
 
Pocas obras han tenido la influencia e injerencia sobre las decisiones de políticos y gobernantes como la obra de Nicolás Maquiavelo: El Príncipe. Si bien algunos de sus postulados han quedado obsoletos con el tiempo, muchos han demostrado una vigencia atemporal, producto tanto de la sagacidad previsora del autor así como de la relativa inmutabilidad en la esencia de la política, del arte de gobierno y de las relaciones entre los centros de poder.

Maquiavelo y el Humanismo - la moral del gobierno:
Contrario a lo que suele creerse, Maquiavelo no pregonaba una conducta amoral del poder: supo distinguir en su obra entre aquellos medios de adquisición de poder legítimos (que son los que devienen del valor y la fortuna) y aquellos ilegítimos como lo son los que llegan al poder por medio de crímenes y maldades. Maquiavelo sostiene que si bien puede ser menester para llegar al poder o para consolidar uno recientemente adquirido el recurrir a la coacción, no se puede hacer abuso del instrumento indefinidamente, pues sólo logrará el repudio y la aversión de los gobernados, dificultando la labor de gobierno. Es pues este, el aporte moralista de Maquiavelo, uno que se ha dejado permear a través de los tiempos, haciéndose prevalente desde mediados del siglo pasado, distinguiendo entre gobiernos legítimos (aquellos que respetan los derechos de los gobernados) y los ilegítimos (aquellos que de factogobiernan a los ciudadanos).

La política de las Repúblicas – el gobierno civil:
Maquiaveloplantea una diferencia que permanece inalterada hasta nuestros días: de cómo es mejor llegar al poder con el apoyo popular que con el respaldo de los “grandes”, pues es más fácil contentar al pueblo, que busca en su esencia, no ser oprimido por nadie, que a los “grandes” que elevan al poder a uno al poder. Si bien las necesidades se han visto cambiadas con el tiempo y el pueblo tiene en nuestros tiempos mayores designios que meramente no ser oprimidos, no quita que sea esta la forma más eficiente de gobierno, sobretodo en esta era de información y difusión en la que vivimos, que tanto poder le confiere a los gobernados y que tanto dificulta el gobernar contra su voluntad.

Realismo:
Finalmente, cabe destacar el aporte al realismo que Maquiavelo hace con su obra: si bien este espíritu cunda en toda el libro, se le encuentra claramente resumido en la comparación que establece entre el Príncipe, el león y la vulpeja: el Príncipe debe ser capaz de ponderar cuándo y cómo habrá de actuar, no siendo jamás temerario ni cobarde en su actuar. Así, cabe al gobernante el saber cuándo andar con miramientos frente a aquellos que pudiesen poner en riesgo la soberanía de su estado, teniendo especial consideración por los más poderosos.

Conclusión: Si bien este no fue más que un simple e ilustrativo resumen, esperamos que haya bastado para explicar la atemporalidad del excelso florentino.

11 - La utopía como fuente imprescindible para la política

Héctor Altamirano
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación 

El trabajo que se presentará intentará pensar sobre una temática fuertemente vinculada y relacionada a la obra que invita a la reflexión en esta oportunidad: El Príncipe de Nicolás Maquiavelo. 
 
Al leer esta obra uno puede perderse y bucear entre las muchas temáticas y tópicos que aparecen en ella. En nuestro caso el disparador para la reflexión y análisis estará centrado en dos de los puntos del eje de la convocatoria: la utopía y la relación con el arte de lo posible. Recordemos que un proyecto utópico abarca por lo general todo proyecto de gobierno ideal y/o de cambio social considerado irrealizable o cuya concreción es juzgada altamente improbable.

Entonces: ¿qué es lo utópico en El Príncipe?; ¿qué elementos utópicos podemos encontrar en dicha obra?; ¿acaso la propuesta de Maquiavelo es una utopía?; ¿acaso la política no debería buscar trascender el arte de lo posible?; ¿la política (no) busca cambiar la realidad y tender a una sociedad justa? 
 
Lo arriba mencionado desembocará en aspectos utópicos que están relacionados con el cambio social. Dicho cambio social está vinculado a un proyecto y un orden nuevo, o por venir, que deberá construirse para que todos los seres humanos puedan tener la posibilidad de desarrollarse libre, plena y completamente. 
 
12 - Aproximación memoriosa a un conflicto todavía pendiente: la situación Palestina actual pensada desde la mirada de El Príncipelejos de la época en que fuera escrito.

Isabel Pereira
Instituto de Historia de las Ideas, Facultad de Derecho

Podría llegar a decirse que, en quinientos años, el mundo no ha cambiado tanto. La humanidad sigue sin resolver conflictos entre poblaciones. Ni logra zanjar los problemas fundamentales que harían posible que este territorio y su pueblo, puedan consolidarse como Estado independiente; y ser reconocido como tal.

Una prueba de este escenario político, tiene que ver con la relación entre palestinos e israelíes. Pensando este conflicto desde la mirada de “El Príncipe” de Maquiavelo podemos encontrar situaciones que nos hacen pensar que no puede desestimarse la agudeza y brillantez de este escritor, y aún menos desechar la ética que justifican las acciones del Príncipe.

En este trabajo pretendo focalizar la mirada sobre Palestina y describir, partiendo de su historia (Historia de Palestina,RolfReichert, Herder, 1972), el proceso de afianzamiento como país, enfrentado a su vecino más próximo: Israel. La unificación de Palestina como territorio libre e independiente de otros Estados, estuvo y está en el pensamiento y en la acción de los palestinos con todas las dificultades que ello les ha significado y les significa hoy en pleno S. XXI.

No sé qué tan lejos estaba Maquiavelo de imaginarse lo dificultoso que resultaría para una población cuyas características históricas se inician varios milenios antes de la era cristiana, expresar una identidad propia, como pueblo con reconocimiento de pertenencia a ese territorio.

Hay algunas preguntas que pretende contestar este trabajo: ¿Logra revelar “El Príncipe” estas dificultades? ¿Pueden seguir vigentes sus estrategias en el siglo XXI? ¿Lo explicaría desde la teoría o desde la práctica?

A partir de la Introducción, se inicia un trazado histórico que narra el peregrinaje de diferentes tribus que buscaron afianzarse en ese territorio. Con sus diferentes lenguas y religiones. Sin olvidar más cercanamente los intereses puestos por los países europeos en la región, hasta llegar a la historia más reciente. (Para ello se escogieron algunos textos que abordan el tema en profundidad, pero tratando de no perder la perspectiva del posible compromiso político de los autores aquí seleccionados: “Estudios de Tierra Santa”, Canaán, Vol. 1, No 1, 2, 3 2006 Argentina, “Mensaje del Islam”, Mezquita At-Tahuid, 1988, No7, entre otros).

Uno de los aspectos planteado muy perspicazmente se descubre en el Cap. III (El Príncipe Maquiavelo. Nordan (Prólogo y Notas) de Luce Fabbri, 1999, p51) cuando parte del hecho de que la unificación de un Estado se logra al tomar en cuenta que “…a los hombres hay que mimarlos o extinguirlos, porque se vengan de los agravios, pero de los graves no pueden, de manera que la ofensa que se le hace a un hombre debe ser tal que no haya que temer su venganza”. (…) “… por lo tanto no debe tener otro objetivo ni pensamiento que la guerra.Así su habilidad virtuosa (Cap. VI p. 71) es su mejor estrategia para llegar tan alto como alcance la altura de su flecha.

13 - ¿En dónde radica la cientificidad del planteo político de El Príncipe? Algunas revisiones desde el punto de vista epistemológico

Sofía AcheTricot
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación

Dice Giovanni Sartori en su célebre capítulo “¿Qué es política?” del libro La política. Lógica y método de las ciencias sociales: la ciencia política le reconoce a Maquiavelo una paternidad que le niega a Hobbes. ¿Cómo se explica esto? Es simple, el elemento que diferencia a la ciencia de la filosofía no está tomado del modelo de la geometría y de la matemática… La matemática es lógica deductiva, en tanto que las ciencias no nacen de la deducción lógica sino de la inducción, de la observación y el experimento (Sartori, 1979: 211).

Estas consideraciones resultan sin duda, discutibles desde una mirada epistemológica actual. Recordemos que Sartori las realiza en 1979, algunos pocos años después de la publicación de la Estructura de las Revoluciones Científicas de Thomas S. Kuhn, en pleno auge del punto de inflexión que implicó para los estudios de filosofía e historia de la ciencia.
No obstante, pueden servir de punto de partida para realizar algunos comentarios en torno a la paternidad que se le atribuye a Maquiavelo con su obra El Príncipe: la de la ciencia política. 
 
Las preguntas que guiarán el desarrollo de este trabajo (sin pretensión de exhaustividad ni exclusividad)serán las siguientes: ¿Qué hay de científico en El Príncipe? ¿Por qué la tesis epistemológica de Sartori no logra satisfacernos en la actualidad? ¿Desde qué concepción(es) epistemológica(s) puede abordarse con mayor completitud y fidelidad el fenómeno maquiaveliano en lo que respecta a sus consideraciones políticas?

14 - A 500 años de El Príncipe, ¿qué Maquiavelo se enseña en los manuales de Enseñanza Media en el Uruguay?

Cecilia Arias
  Instituto de Historia de las Ideas, Facultad de Derecho

En esta ponencia me propongo reflexionar acerca de qué Maquiavelo se enseña en los manuales que se emplean en la enseñanza de la Historia en Educación Media en el Uruguay. 
 
Mi propósito es analizar cuál es el abordaje que los autores de estos manuales realizan y compararlo con los enfoques que desde el Instituto de Historia de las Ideas de la Facultad de Derecho se enseñan a los estudiantes que cursan primer año. 
 
Los manuales son una herramienta fundamental para docentes y estudiantes. Pilar Maestro señala que los expertos están de acuerdo en que el libro de texto es la herramienta más importante en la enseñanza de la Historia. El manual es portador de un saber y de una ideología, expresa concepciones científicas y educativas a la vez que ofrece visiones del mundo.Refleja una concepción curricular en lo que propone enseñar, los contenidos que selecciona, los procedimientos y las técnicas, la manera de usar los materiales y recursos. Es un elemento que conforma la cultura escolar, definida por Antonio ViñaoFrago como un “conjunto de teorías, principios o criterios, normas y prácticas sedimentadas a lo largo del tiempo en el seno de las instituciones educativas”.

La cultura escolar, consigna Yves Chevalard es el punto de llegada de un conjunto de operaciones de transformación de la cultura erudita, luego de producirse la operación pedagógica de “transposición didáctica” por la que se transforma un saber académico en un saber posible de ser enseñado. Su mirada epistemológica visualiza el camino de producción de conocimientos en una dirección que va de la ciencia a las aulas. André Chervelpor su parte considera que la escuela produce conocimientos que no derivan de la producción académica externa. La escuela no es un lugar de “aplicación” sino que tiene un rol protagónico tanto en la génesis como en la capacidad de modificar la cultura extraescolar. Rescata la tarea de los docentes no como meros “formateadores” de saberes eruditos, sino como productores de ejercicios y prácticas concretas que garantizan la enseñanza de los contenidos. 
 
Al analizar qué Maquiavelo enseñan los manuales indagaré en qué relación tiene con el Maquiavelo que desde la academia se enseña. Me centraré en las ideas y aportes que destacan los textos de este pensador renacentista comparándolas con las ideas y aportes que desde la cátedra de Historia de las Ideas se enseñan a 500 años de su obra más leída. 
 
15 – El momento del pueblo: Maquiavelo, Arendt y el “milagro político”

Ely Orrego Torres
Pontificia Universidad Católica de Chile, Centro de Análisis e Investigación Política y Universidad Diego Portales

Una de las propuestas teóricas a las cuales la academia ha tornado es la que remite a pensar la “teología política”. Por medio de una construcción que remite a los conceptos teológicos, pensados desde la política, surge un nuevo pensamiento en torno ello, así como nuevas interpretaciones.

En el siguiente trabajo abordaré la noción de momento político en Arendt y Maquiavelo. Postulo que el poder del pueblo se da mediante el evento o momento oportuno (kairós), en donde los seres humanos dan inicio a un nuevo comienzo (arché), lo cual nos remite a la idea de "milagro". Si bien ambos autores no están suscritos a la corriente de la teología política, podríamos encontrar en el concepto de "milagro" un atisbo de lo que podríamos llamar una teología política radical. En ese sentido, "milagro" lo entenderemos como la ocasión en que los seres humanos se encuentran en la esfera pública y dan inicio a algo nuevo. Para desarrollar lo anterior, me remitiré principalmente a El príncipe de Nicolás Maquiavelo y Sobre la revolución de Hannah Arendt. En los textos anteriores no sólo encontraremos indicios de lo que sería una teología política radical, sino, además, una reformulación del concepto que hoy ha sido utilizado sólo para justificar el poder soberano de la autoridad política. Lo anterior, entonces, nos permitirá pensar la soberanía desde el poder constituyente construido desde el pueblo.

16 - Del Registro Imaginario en El Príncipe: el Capítulo XXVI

Andrés Banchero
Facultad de Medicina
 
El Capítulo XXVI de El Príncipe ha sido destacado y abordado por infinidad de autores desde diversas ópticas, coincidiendo todos en que es "el capítulo diferente". Sin procurar ser originales o traer al ruedo perspectivas forzadas; se intenta dar un enfoque desde el terreno sicoanalítico, tan lejano en el tiempo y a las circunstancias históricas en que fue escrita la obra.

Se manifiesta que el autor de este artículo no es sicoanalista, solo aficionado a la lectura e interpretación de textos basados en esta filosofía analítica.

El desarrollo de El Príncipe de Maquiavelo nos va mostrando una firme prosa,  cargada de una lógica de contraposiciones cortantes y vigorosas; de un análisis apoyado en un lenguaje riguroso sobre las posibles variantes de quien detenta el Poder, cómo llegó a él y las condiciones con que debe maniobrar. Enfrenta así el clásico mito del Poder al servicio de la Justicia. En la obra  se marca claramente lo efímero de  la ilusión del principado  positivo pero, en su culminación, se da un giro hacia un enfoque y estilo que nos recuerda, por el contenido y la forma, más a Savonarola que al propio Nicolás Maquiavelo. A partir del análisis de las invocaciones, las  fuertes imágenes bíblicas y, por momentos, el tono metafórico, se intenta comprender la exhortación de la obra, donde surge plenamente la utilización del Registro Imaginario: la Patria, Italia; que no es más que la imagen especular del Príncipe.

Se reseñan en este artículo las diversas expresiones imaginarias, así como la función (quizás no consciente), tanto literaria como sicológica, de traer en el clímax, la fascinación  y fuerza de este Registro por encima de todo un mar de fríos símbolos.


17 - Semejanzas y diferencias en Maquiavelo y Moro: centralidad de la política, desafío ético en la consolidación del poder y los roles de la religión

Nelson Villarreal Durán 
Instituto Historia de las Ideas, Facultad de Derecho

El presente trabajo pretende analizar, desde una perspectiva heterodoxa, que en el pensamiento político moderno, tal y como emerge en Maquiavelo y Moro, hay una dialéctica indisociable entre lo real y lo ideal, lo que es y lo que debe ser, lo pragmático y lo utópico, lo político y lo moral (más evidente en uno que en otro). La idea de El Príncipe parece guardar un cierto parentesco con el jefe de los utopianos. Realismo e idealismo en cada autor, en algunos aspectos, no parecen tan distantes, como en principio se supone, a la vez que pueden ser presentados como complementarios.

La centralidad de lo político para la comprensión de lo humano, independientemente de su maldad o bondad (el cómo la relacionan con la moral), y del derecho “natural” a la igual-libertad muestran el desafío de construir una ética política que vaya más allá del bien y el mal legitimado como valor moral. Es esta preocupación la que a Moro le lleva a preferir un sistema “democrático”, ya que de él cabe esperar una más clara subordinación de lo político a lo moral como ética de vida igualitaria; mientras que a Maquiavelo le lleva a preferir, en El Príncipe, el “principado nuevo y civil” ya que, en un régimen así, es más fácil supeditar lo moral a lo político, como un ética del mal menor, y asegurar la estabilidad del Estado. 
 
Abordaré la contradicción que supone la presencia del cristianismo en el “ejercicio de la política” tomando como referencias las citas evangélicas: “sean astutos como serpientes y delicados como palomas” y “dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”, puntos de encuentro entre ambos autores. La religión y su funcionalidad en la consolidación de lo político en la sociedad, puede ser leída desde la separación del rol de lo público y lo privado en la modernidad, sus vínculos y síntesis humanistas para el mundo actual. Laicidad, diversidad y tolerancia por un lado y por otro la necesaria cohesión social para la convivencia democrática basada en valores cívicos.

Maquiavelo dirá: “Dios no quiere hacerlo todo, para no quitarnos el libre albedrío y la parte de gloria que nos corresponde” (cap. XXVI). Muestra que la política es común, que no se trata de personalidades, sino de comunidades, lo que pretende desarrollar Moro como acción en la historia movilizada por una sociedad mejor. 

La relación entre moral y política es el problema central, ya que de ella depende el buen funcionamiento del Estado, y la reflexión sobre la mejor forma de gobierno, el poder y los derechos de los ciudadanos. Intentaré poner en discusión la imagen dicotómica del ingenuo Moro y el perverso Maquiavelo respecto a cómo se busca construir y sostener gobierno mediante la política. Asimismo su relación con la moral en los proyectos para establecer una sociedad democrática y republicana, dónde la tensión y el conflicto entre el arte de lo posible y la utopía se manifiestan.

18 - Educación y política en El Príncipe de Nicolás Maquiavelo y en el Discurso sobre la servidumbre voluntaria de Étienne de la Boétie.

Gerardo Garay Montaner
 Departamento de Historia y Filosofía de la Educación, Instituto de Educación, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación

Hace quinientos años Nicolás Maquiavelo escribía El Príncipe, inaugurando, además de un género de escritura, una perspectiva que tal vez sea útil para el filósofo de la educación en nuestro tiempo. Según podemos leer en la dedicatoria, Maquiavelo fundamenta su saber político en dos pilares: 1. “una lunga esperienza delle cose moderne” y 2. “una continua lezione delle Antique”; (Maquiavelo 1998, 36-37). Lo que estudia Maquiavelo son prácticas, esto es, una forma de experiencia, y estas experiencias se vuelven relevantes, metodológicamente hablando, al intentar descubrir el significado original de ese fenómeno. El discurso sobre las acciones de los hombres es construido no a partir de lo exterior, sino de una forma de vivencia, de experiencia, prácticas contenidas en la historia y no en los manuales de los filósofos. Desde esta perspectiva, Maquiavelo se encuentra más cercano a Étienne de la Boétie y a su Discurso sobre la servidumbre voluntaria (1548) que a la tradición absolutista de la razón de Estado. En ambos autores encontramos la cuestión de la política, el nacimiento del Estado moderno y su función “educadora”. Conviene volver sobre estos tópicos para no identificar fácilmente en nuestros días: “educación pública” con “educación estatal”.

19 - El hechizo ha agraciado al brujo: El Príncipe prohibido de Maquiavelo como la lectura analítica de la gubernamentalidad

Ana Kerlly Souza da Costa y Luiz Eduardo da Silva Marques 
Universidad Federal de Río de Janeiro (Brasil)

Nicolás Maquiavelo, nacido en la segunda mitad del siglo XV en Florencia, Italia, fue uno de los principales intelectuales de la época llamada Renacimiento, inaugurando el pensamiento político moderno. Al escribir su obra más famosa, El Príncipe, el contexto político de la Península Itálica se turbó, marcado por la inestabilidad constante, al igual que muchas disputas políticas para el control y mantenimiento de los dominios territoriales de ciudades y estados. En los primeros años del siglo XVI Maquiavelo estaba tratando de evitar, en sus misiones diplomáticas, que la tormenta política y militar que se derrumbó sobre Italia llegara a Florencia. También trató de lograr que la ciudad-estado tuviera su propia milicia, formada por los ciudadanos de sus territorios y no por mercenarios. Pero, como él mismo reconoció, cuando se tiene el poder en la lucha por el poder, no hay necesidad de negociar. Las fuerzas de la Santa Alianza (formada por la asociación del emperador Maximiliano con el Papa) rodearon y avanzaron sobre Florencia, y la milicia creada por Maquiavelo se negó a enfrentar al ejército invasor. En El Príncipe (una palabra que designa a todos los gobernantes) la política no se ve más a través de una fundación fuera de sí mismo (como Dios, la razón o la naturaleza), sino como una actividad humana. Lo que impulsa a la política, según Maquiavelo, es la lucha por el poder y su mantenimiento. “Maquiavélico y maquiavelismo”, un adjetivo y el sustantivo,no aparecen tanto en el discurso académico, sino que se emplean en el debate político, así como en el discurso del día a día. En cualquiera de sus sentidos, sin embargo, el maquiavelismo se asocia con un procedimiento astuto y traicionero. A pesar de las dificultades que debió enfrentar por sus ideas inusuales, revolucionó la historia de las teorías políticas, convirtiéndose en un hito que cambió el concepto lógico del Estado y la sociedad. El Príncipe sólo se hizo público en 1532, cuando su autor estaba muerto. Pronto se convertiría en un libro prohibido por la Iglesia Católica, entrando en el Index Librorum Prohibitorum (“Índice de libros prohibidos”). Maquiavelo atribuye a Roma y al Papa una mala influencia en la península italiana, ser un factor de división, y citó el Papa Alejandro VI (Rodrigo Borgia) como “un ejemplo” de cómo el bastión de la moral y las buenas costumbres podría usar la violencia, el dinero y la manipulación para mantenerse en el poder. La fama de prohibido de su texto ayudó a convertirlo en popular, así como su orientación más práctica y menos académica. Su descubrimiento de los métodos habituales de la política hizo al libro obligatorio para la derecha y la izquierda, liberal y marxista. El análisis, crudo y duro, de la conducta de los poderosos se convirtió en una guía reconocida tanto por los propios poderosos como los que se atrevieron a luchar contra ellos. Napoleón leyó El Príncipe y publicó sus notas, pero tambiénMaquiavelo y su obra se popularizan y aparecen hasta en los puestos de periódicos y revistas. El polémico libro es una lectura esencial para los estudiantes de la praxis política, manteniendo a su autor como un inquietante contemporáneo.

20 - De los principados al Estado Constitucional de Derecho

Marcela Vigna
Facultad de Derecho y Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación

En el planteamiento de Maquiavelo se habla de distintos tipos de principados y de las características que tienen los mismos, reflexionando el autor en distintos niveles y en relación a distintos sujetos.

Los modelos de Estado han evolucionado y sido objeto de análisis profundos. Entre estos hemos elegido el planteamiento que hace el también italiano Luigi Ferrajoli, quien dedica uno de los tomos de su Principia Iuris al estudio de la teoría de la democracia.
Trabajaremos sobre el modelo de Estado que analiza cada uno de estos autores, deteniéndonos en algunos elementos que podrían constituir una línea en la evolución de la organización política del poder. 
 
Nos interesará el análisis de algunas dicotomías pero, particularmente, en la que refiere a poner el eje del análisis de la organización del Estado en el gobernante o en el ciudadano, en el poder o en los derechos.

21 – La crítica kantiana a El Príncipe de Maquiavelo

Sylvia de Salterain
Instituto de Historia de las Ideas, Facultad de Derecho

El punto de partida para esta ponencia, en la que reflexionaremos en torno aInmanuel Kant, 1724-1804, y Nicolo Maquiavelo, 1469-1527, es la concepción de hombre de Kant; sujeto moral orientado al deber ser. ¿Qué es lo que distingue al hombre, inmerso en ella, del resto de la naturaleza sensible?, ¿que lo distingue radicalmente?: que es un ser moral. La ética de Kant es una ética de la dignidad de las personas, que se sienten valiosas si actúan como se debe. “Que tu norma pueda ser imitada por los demás” es un principio de la convivenciaque nadie podría discutir.Estos principios, “Imperativos categóricos”, tienen que regular el Derecho Positivo.Es el filósofo del “deber ser”, por tanto en las antípodas de los consejos que Maquiavelo dirige a quien pueda ser El Príncipe, quien no sólo debe preocuparse del“ser”, sino además no distraerse con el “deber ser”, ya que con eso, “aprende más lo que lo arruinará que lo que lo preservará”.

Kant quiere dejar escrito el valor y la dignidad del hombre en un Estado de Derecho que lo tome como punto de partida, que tenga como objetivo la protección de sus derechos por un lado, y por el otro, que fomente en la medida de lo posible un ámbito favorable a la acción moral. Kant amplía y explica el concepto de libertad proclamado por los constituyentes de 1789.Este estado de derecho de Kant, requiere de un espacio público de ciudadanos libres y responsables, prontos a ejercer su poder de crítica.

El Estado de Maquiavelo no es un estado de Derecho, “contra el príncipe no hay tribunal a quien recurrir” y esto se complementa con un espacio público de gobernados “obnubilados” por su majestad. El Príncipe de Maquiavelo también es un elogio a la guerra y a la anexiónde territorios como un instrumento para afianzar su poder.

Sobre el tema de la relación entre política y moral, casi como conclusión,estos párrafos de nuestros autores: “Quien renuncia a lo que se hace, por lo que se debería hacer, aprende más bien lo que lo arruinará …”, dice el florentino, en cambio el filósofo de Koenisberg, luego de preguntarse y responderse largamente sobre la relación entre política y moral, -en este caso en el Tratado hacia la Paz Perpetua, pero es una constante en sus obras sobre filosofía de la praxis- concluye: “La verdadera política no puede dar un paso, sin antes haber tributado vasallaje a la moral”.
Hacia” la paz perpetua”, proceso que se irá dando desde la comunidad de estados de derecho, paso previo e imprescindible para conseguirla. El derecho, que coincide con la moral, va a sustituir los armisticios –los pactos que se basan en la fuerza- por los verdaderos tratados, y de tal forma que se vaya extendiendo la legalidad, en el marco progresivo de una Historia universal desde el punto de vista cosmopolita (ambas obras son complementarias).
22 - La buena fe de los cínicos. Maquiavelo sobre el Contrato
 Gerardo Caffera
Facultad de Derecho, Universidad de la República

Cuando un príncipe dotado de prudencia advierte que su fidelidad a las promesas redunda en su perjuicio, y que los motivos que le determinaron a hacerlas no existen ya, ni puede, ni siquiera debe guardarlas, a no ser que consienta en perderse…” (Maquiavelo, Nicolás, El Príncipe, Capítulo XVIII) 
 
Si sustituyéramos “un príncipe” por la expresión “una persona” el párrafo puede utilizarse como marco para una discusión acerca de los contratos en el Derecho moderno. Para ello admitamos, arguendo, que ese párrafo representa una concepción de la moralidad que comienza a extenderse en la época en que El Príncipe es escrito. 
 
Lo curioso es que los juristas razonan que cuando el Derecho refuerza ciertas promesas privadas con la sanción jurídica está reflejando el principio moral según el cual las promesas deben ser cumplidas. La justificación externa (Alexy, Mac Cormick) de los contratos como fuente de obligaciones jurídicas podría reposar en la corrección moral de cumplir lo prometido (e.g. Fried). Maquiavelo, si fuera leído como una reflexión general acerca de las promesas, dice otra cosa: deben cumplirse sólo en tanto sea útil al prometiente cumplirlas. 
 
La cuestión es más problemática si se agrega que el siglo XVI es el momento en que el comercio adquiere empuje. Es la antesala del capitalismo moderno. La circulación de bienes requiere como infraestructura jurídica básica promesas confiables. Las expectativas generadas por esas promesas son la base de la malla de relaciones que configura un mercado. Paradojalmente, la reflexión de Maquiavelo sobre las promesas parece extrañamente disfuncional respecto del desarrollo de la economía capitalista. Sin embargo, su reflexión no es muy distinta del presupuesto de la teoría de la mano invisible de Smith o, antes, de las ideas de Mandeville.

¿En qué sentido esta reflexión puede llevar a cambiar nuestras ideas sobre el ascenso del contrato en el siglo XVI y siguientes? Antes del siglo XVI el contrato era un artefacto menor. La escasez del comercio lo hacía prescindible. Los moldes rígidos romanos seguían vigentes. En Inglaterra las cortes no se ocupaban de hacerlos ejecutar (Glanvill). El punto es el siguiente: si este párrafo de Maquiavelo fuera interpretado como representación de la moralidad de su época la narración habitual sobre el triunfo del contrato moderno debería agregar otro factor: el valor moral de la promesa no ayudaba a reforzar las expectativas de los contratantes. La fuerza jurídica del contrato no sería la adopción del estándar moral dominante, sino todo lo contrario. La entrada del Estado en la escena contractual se realizaría contra la moralidad dominante y se justificaría únicamente en un interés económico: facilitar la planificación de los actores del incipiente mercado capitalista. Se puede decir mucho en contra de esta forma de leer el párrafo del inicio. Sea lo que fuere, esto no es más que una invitación a pensar acerca de cierto cinismo estructural de la doctrina moderna del contrato. 
 
23 - Los conceptos de virtú fortuna como edificadores del concepto de stato en El Príncipe de Nicolás Maquiavelo. 

Javier Mazza
Cátedra de Antropología Filosófica y Departamento de Comunicación, 
Universidad Católica del Uruguay


El propósito de este trabajo es mostrar como en el pensamiento de Maquiavelo los conceptos o ideas de virtù fortuna son un elemento crucial en su concepción de la idea de stato. El tema a tratar resulta relevante por dos aspectos fundamentales. En primer lugar, Maquiavelo es considerado como uno de los fundadores del pensamiento político moderno por lo tanto, este estudio puede resultar un modesto aporte sobre los orígenes de una de las ideas políticas más relevantes de la modernidad: el estado. El concepto de estado es considerado como una de las grandes innovaciones del pensamiento político moderno, un concepto que abre la posibilidad a una nueva consideración del fenómeno político. Este espíritu es en parte producto de una idea que la modernidad se ha empeñado en construir acerca de sí misma. El presente trabajo intenta mostrar que en realidad existe una continuidad lógica entre Antigüedad, Medioevo y Renacimiento; sin que cada una de estas épocas pierda sus rasgos característicos. En segundo lugar el tema resulta relevante porque no es abordado directamente en la extensísima bibliografía existente sobre el pensamiento de Maquiavelo. Si bien hay muchísimos estudios concentrados sobre cada uno de los conceptos a estudiar no hay ninguno que aborde el tema de la vinculación entre ambos. El trabajo focaliza su análisis en El Príncipe por varias razones. Primero, porque es sin dudas la pieza más célebre dentro de la obra del autor. Segundo, porque es una obra breve cuyo tratamiento resulta adecuado a la extensión de este trabajo. Tercero, porque en su brevedad, El Príncipe logra condensar los aspectos más relevantes del pensamiento de Maquiavelo

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